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My collaboration with Spanish digital newspaper El Común

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Actualizado: 13 feb 2023


Esta mañana amanecía con las noticias en España sobre dos mujeres muertas, bueno, una de ellas una niña de 17 años. Me tomo el café rogando con los ojos que se pare el reloj impasible que me muestra a mi hija creciendo distraída a mi lado, fuerte y valiente, ignorante de lo que yo escucho.

En las noticias del país en el que vivo, decían que Adele había dicho que se sentía orgullosa de ser una mujer en la primera entrega de los premios Brit “género neutro” y dijo sentirse orgullosa por ser una mujer artista.

Es todo tan neutral que de inmediato han acusado a Adele de “Terf“.



Y pienso en que la última vez que reflexioné sobre el orgullo de ser mujer, fue con mi hija diciéndome que con diez años se empezaba a dar cuenta de las desventajas de ser chica y le dije que ser mujer era estupendo mientras dentro de mí gritaban mil interrogantes.


Mis traumas, mi incapacidad para cosas tan simples como llevar una mascarilla vienen determinados por el abuso, abuso que sufrí por ser niña y mujer.

Y lo analizo y es que el orgullo me resulta un concepto extraño…La primera vez que alguien me dijo sentirse orgullosa de mi fue en Reino Unido, yo tenia 20 años. La poca autoestima que me hubiese traído con mi juventud en la maleta, ya se habría evaporado en aquel entonces, ya lo había pasado mal con trabajos de mierda para emigrantes y mi mal inglés, en habitaciones compartidas pagando una fortuna y para entonces ya me habían violado mis compañeros de piso. Así que recuerdo que alguien me dijera que se sentía orgullosa de mi y que yo debía estarlo, porque no solo no lo sentía sino que me sonó rarísimo y me di cuenta de que no me lo habían dicho nunca antes.

Por supuesto de lo que sí estoy muy orgullosa es de mis hijos e hija, pero al tiempo creo que es algo que no me pertenece, ellos son quien son por ellos y aún están empezando a vivir y sus triunfos serán propios, por lo que concluyo que de lo poco que me siento orgullosa es de todo aquello que he conseguido con esfuerzo por mérito propio y pese a las circunstancias que a menudo fueron adversas. Y eso es precisamente el haber conseguido ser la mujer que soy pese a todo, y ese todo es mucho.


Pero el orgullo de ser mujer…Se me hace muy complicado de interpretar, escuché a la actriz Salma Hayek recientemente hablando de cómo se sentía orgullosa de ser la representante de una mujer latina en la última película de la Marvel. “Para que las niñas se inspiraran al verla” dijo.

Y yo pensé en lo importantes que son las niñas que nos miran, pienso mucho en eso.

A veces dada la falta de autoestima, inseguridades y otros problemas que tengo por ser mujer así en este orden patriarcal…Saco fuerzas de donde no las hay pensando en esos ojos de mi hija que me buscan como líder y ejemplo. Y quisiera que vieran un orgullo que no tengo.

Desesperada ante la necesidad de empoderar a mi hija con un orgullo que no siento, decido comprarle a toda prisa el libro de mi amiga Milli Hill que explica de forma amena la menstruación y hablando a las niñas de nuestro poder como mujeres. Pero claro, a mi amiga Milli, best seller internacional, también la persiguen por Terf como a Adele.


Hay una expresión en inglés que me viene a la mente y me recuerda algo. La palabra “emascúlate” algo así como castrar pero que se aplica también a desempoderar a los varones.




El diccionario de Cambridge dice: “hacer que un hombre se sienta menos hombre quitándole su poder y confianza en sí mismo“

Y luego utiliza como ejemplo el que las mujeres se vayan a trabajar y los maridos se queden en casa. Ya veis que fácil es desempoderar a un hombre.

La primera vez que la escuché pensé ¿Y a nosotras? Cuando se nos hace sentir menos, se nos calla y quita cualquier atisbo de confianza, cuando se nos humilla por la calle, y en anuncios, canciones y películas. Cuando se nos habla con tono paternalista y otros se sienten más mujeres que nosotras y más dueños del movimiento feminista ¿cómo se llama eso? No hay palabras…

No podemos tener una palabra para el acto de quitar poder a las mujeres porque sólo se le puede quitar el poder a quien lo tenga.

Ni siquiera podemos hablar de ello, como le ha pasado a mi amiga la psicóloga Carola López Moya. También denominada, señalada y sancionada por “Terf”.


Así que yo hoy escucho a Adele, que ni conozco ni sigo, ni me gusta su música, pero pienso “pues cuánto me alegro de que te sientas orgullosa”.

Hoy en día ya no es solo difícil sentirlo, es punible decirlo.

Y hay quien dice que hemos avanzado mucho y yo quisiera estar orgullosa y que mi hija lo vea.

Pero desayunando con las muertes de las mias y sabiendo tan tranquilos en su trabajo a hombres que fomentan la violación y recopilando en todo el mundo a mujeres castigadas por reclamarse supervivientes del patriarcado y decirse mujeres...La cosa se complica y lo hará también para Adele, porque ahora lo de agradar ya no es cuestión de adelgazar ni apariencias sino también y más que nunca de lo que pensamos y decimos. Mujeres orgullosas y feministas hoy por hoy parece que solo pueden serlo las que no lo son ni serán nunca.



No hay una palabra para hablar de cómo se nos castra a nosotras pero ahora hay una más que añadir a la larga lista, de esas que se utilizan para asegurarse de que no podamos nunca sentirnos orgullosas de ser mujeres.

Así que si sentirme orgullosa de ser mujer a estas alturas de mi vida, significa el señalamiento público como terf, pues lo añadiré a la lista de los insultos que utilizan quienes nos odian por haber nacido mujeres.

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Lo personal y lo político

(Entrevista realizada como voluntaria para FiLiA, que será publicada en inglés en breve)


Mi mañana empieza casi como tantas otras, llevando a mi hija al colegio, hablandole del concepto de sororidad y explicando una vez más que su madre, intenta, como puede, ser parte y testigo de la historia, le cuento que por ello y como voluntaria en FiLiA voy a entrevistar a dos mujeres que están haciendo eso, historia, por haber creado un nuevo partido feminista en España.

Intuyo que poco de esto le afecta a una niña de diez años, y me doy cuenta de que, por fortuna, quizá aún no imagina lo trascendental que es esto para nosotras. Porque aunque esto ocurra en España, creo que es el primer partido feminista que nace como respuesta a la ola de neoliberalismo promotor de género que parece invadir el mundo entero con sus ideas negacionistas del sexo.

Me despido de mi hija, mientras intento no estar nerviosa, pero lo estoy.


Yo he llegado a el feminismo desde mi largo historial de abusos y a raíz de mi activismo por los derechos de las mmujeres en el parto y sé que la maternidad es a veces es un tema conflictivo en el feminismo. Yo casi lo considero un trauma político. Y con razón, el feminismo fue una respuesta a que se nos relegara a parir y maternar a menudo a lo que hoy consideraríamos el fruto de violaciones. Se nos condenó a ello , se nos limitó a ello y sin alternativas ni escapatoria, y no es un tema resuelto, ni mucho menos superado.


Y estas mujeres con las que estoy a punto de encontrarme, tienen trayectorias impresionantes y las dos son feministas coherentes, claras y directas.

Las admiro, las he leído, pero también en el pasado disentí precisamente con su presidenta, Pilar Aguilar, por ese tema.

En estos días en los que las redes fomentan el desencuentro y poco debate, me alegra poder hablar con ellas cara a cara.


Han sido increíblemente amables y han accedido a mi entrevista inmediatamente, incluso estando en plena campaña de presentación a los medios.

Hoy entrevisto a dos de las mujeres que forman este nuevo partido, Feministas Al Congreso, FAC. Ellas son:


Pilar Aguilar Carrasco, una conocida y reconocida feminista que ha escrito y escribe para diferentes medios, analista de ficción audiovisual y crítica de cine, profesora. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París. Y ahora presidenta de FAC.


Y Juana GallegoAyala que es profesora de periodismo, periodista y escritora.. Y ahora, vicesecretaria general primera de FAC.





Me he preparado la entrevista leyendo su programa, algo que hago desde una perspectiva de mujer emigrante, escéptica y desencantada, como tantas otras, con el panorama político español, leo su programa buscando, sin querer, alguna pega. Casi para excusar mi apatía política. No la encuentro, su programa electoral es impecable, claro, coherente y promete trabajar por todo lo que las feministas llevamos siglos esperando.


Tras las confusas presentaciones, a las que inducen estos encuentros virtuales, en los que se empieza por lo técnico más que por lo personal. Empezamos.


Ayer presentaron su partido en Madrid, y se les nota con esa energía de quien anda en un torbellino de emociones y teniendo que estar en mil eventos, les pregunto si están ilusionadas, responde primero Juana Gallego y lo hace con tanto entusiasmo que la pregunta se vuelve inmediatamente redundante.

Explica que para ella es muy importante lanzar este nuevo partido, ya que hay una serie de factores politicos que la llevan a creer que este es el momento, pero también me recuerda que al ser mujeres de cierta trayectoria feminista para ella personalmente se trata también de finalmente llevar su feminismo al congreso, tal y como reza el nombre del partido.


Pilar recuerda además algo que me resulta inspirador por lo poco que se dice:

“A las feministas nos ha llevado años conquistar nuestros derechos, pero los hemos conseguido”. Y hace referencia a Reino Unido, “allí se pasaron 60 años para conseguir el voto, pero lo consiguieron”. Me recuerda con la fuerza de quién sabe que rendirse no es una opción, que las feministas siempre nos hemos enfrentado a los problemas, “no con optimismo bobalicón”, apunta, “si no con una mezcla de saber que podemos conseguirlo y un.. y es que si no para qué”.

Casi la interrumpo en mi entusiasmo, diciendo: “Es que no hay otra ¿verdad? No hacer nada sabiendose oprimida no es una opción” digo, y las tres acordamos al unísono: “No no, eso no es una opción”.

Les cuento que me he puesto al día de manera un tanto atroapellada y que había leído a Nuria Coronado preguntarles acerca de el hecho de que ya existe un Partido Feminista en España, y que aunque las comparaciones son odiosas, yo tampoco puedo evitar preguntar ¿en qué difieren?

Aguilar muy educada y elegantemente me dice:

“Bueno, comparar implica inevitablemente un juicio y no se trata de eso, pero sí es cierto y es una realidad evidente que durante 40 años el partido feminista español no ha conseguido lo que se esperaba de un partido que representaba al movimiento feminista. Y además pese a llevar tantos años no es un partido que tenga raigambre con las asociaciones de mujeres ni dentro del movimiento feminista”.

Y prosigue: “Nosotras apostamos precisamente por llegar a todas las mujeres, a los barrios y a los pueblos. A todas las mujeres y asociaciones y trabajar con ellas y elaborar planes de trabajo conjuntos”. Y aquí Aguilar, apunta algo muy importante: “Ayer, precisamente lo hablábamos, nuestra intención es llegar también a mujeres que sienten cierto malestar en sus vidas, pero que quizá no saben que el feminismo es precisamente la vía para mejorar su situación”.

A lo que Gallego añade: “quizá el partido feminista español además, surgió en un contexto diferente, en los años 80 y quizá quizá” reitera cuidadosamente “no hubo la misma conexión con el movimiento y las mujeres, creo que FAC llega en un momento muy diferente en el que puede conectar mejor.”


Les digo que efectivamente lo que recojo de su programa y de sus palabras es una intención de estar más “a pie de calle” y de redes, y Pilar recalca: ¡Y conectadas con el movimiento feminista!

Ambas insisten en que su intención política rehuye del foco personal y por ello no entretienen siquiera la posibilidad de perderse en un posible comportamiento elitista. De hecho ambas son conscientes de ser más bien iniciadoras y por tanto transitorias, algo que ya deja claro Aguilar en su presentación en el dossier de prensa. No quieren convertirse en una institución ni acomodarse en sus roles. Y yo las creo, de hecho si algo me atrapa de las dos es su honestidad y coherencia, en la que puedo verme rápidamente reflejada.


Como emigrante, desde lejos, veo que en España el movimiento feminista es muy fuerte y muy potente, especialmente en las manifestaciones y en las redes. El 8M en Madrid en el 2018 fue absolutamente histórico, se estimó una participación de medio millón de manifestantes pero además 6 millones de mujeres se sumaron ese día a la huelga. Y en el 2019 siguió creciendo. Pero a su vez hay un enorme desencanto político. Ya que Podemos, un partido de tan sólo 8 años de historia que se declaró feminista y que gobierna en coalición con el PSOE (el partido socialista español) ha acabado traicionando al feminismo de manera impensable, entregandose por completo a la neologia de género y no cumpliendo con los minimos esperados. Además el covid junto con el transactivismo agrediendo a participantes de manifestaciones feministas parece mermar esa fuerza.

Cómo os enfrentáis a esa dicotomía, de tener que argumentar una nueva defensa y al tiempo las reivindicaciones antiguas pendientes les pregunto.


Aguilar, explica: Bueno, para eso hay un programa como partido y si bien ya hemos esbozado las líneas generales, en nuestra presentación, sabemos que la tarea y responsabilidad es llenar ese programa de contenido”.

Son conscientes de que ese programa no se puede quedar en la queja sino que hay que concretar y hacerlo en cuestiones y leyes ya existentes.

Me recuerda Aguilar, que ya hay una propuesta de ley en cuanto a la abolición de la prostitución lanzada por el partido feminista y que ellas obviamente la hacen suya también. Continua: “Es decir hacer un partido que recoja todas las necesidades que ya están trabajando diferentes asociaciones, en todo lo que afecta a las mujeres”, enumera entonces una lista a modo de ejemplo en la que menciona a las “Kellys”, las mujeres discapacitadas, las cuidadoras, y prosigue: “queremos desmenuzar la agenda feminista y hacer un programa concreto y reivindicativo”, me habla directamente ahora porque sabe que mi especialidad es la violencia obstétrica y me incluye al decir que quieren trabajar con mujeres como yo, que ya trabajan en determinados activismos para elaborar una agenda politica concreta.

Y en cuanto a defendernos del neologismo de género y la cuestión de la ley trans le pasa el testigo a Gallego quien me reitera: “Nuestra agenda se basa en hacer políticas reales para mujeres con problemas reales y tangibles, y además al hacerlo saldrá beneficiada toda la sociedad, puesto que esto se ha comprobado históricamente. Y si bien es cierto que lo referente a la ley trans y políticas de identidad de género es lo que nos ha puesto en pie de guerra”. Y aquí dice algo en lo que concuerdo plenamente: “No se trata solamente de la ley trans, sino de este intento de volver irrelevante el sexo biologico que es la base sobre la que se construye la desigualdad de las personas, es decir no es que nosotras seamos como se nos dice…biologistas o que creamos que sólo nos define el sexo”. Aquí no puedo evitar intervenir y decir: “Todo lo contrario”. Juana lo secunda y repite. Y con énfasis concluye: “Es que no podemos permitir esta ofensiva internacional que diluye lo que es ser mujer y por tanto diluye nuestras reivindicaciones ``.

Y me doy cuenta de que nuestra indignación nos une y confío en que esa indignación sea colectiva y activa.


Me explica con gran vehemencia que esto nos afecta de pleno y a nivel ya palpable. Ya vemos casos que afectan a la coeducación y a la salud. Hablamos de la preocupación real, entre las familias por no poder proteger a la infancia, y la empatía hace que empecemos a compartir diferentes anécdotas y ocurrencias políticas, tanto en España donde están ellas, como en Reino Unido desde dónde hablo yo.

Confían en que está tendencia irreal y acientífica que parece inundarlo todo, caiga por su propio peso, pero les preocupa el daño que ya está causando y para ellas además de proteger a la infancia es que no se puede permitir la apropiación de lo que es ser mujer ni del feminismo.

Les pregunto con cariño y admiración y proyectando mi desgaste con apenas 11 años de activismo, como sienten la urgencia, con trayectorias evidentemente más largas que la mía. Les digo: “ ¿Es constante? ¿Os desanimais? ¿Se intensifica o fluctua?”

Gallego, me cuenta anécdotas que pese a la diferencia generacional podrían ser las mías, y se pregunta con mi mismo estupor cómo fue qué pasó de ser la feminista de la universidad, la que colaboró activamente con colectivos transexuales a ser declarada transfoba. Y nos cuenta como esto la ha llevado a activarse y no callar. “Porque no podemos llegar hasta aquí para callar”


Me resulta significativo, a la par que lógico, que el proceso mental y nuestras frases sean tan idénticas para las tres, pese a las diferencias personales y generacionales.


Aguilar por su parte nos relata cómo ha vivido ciertos momentos inevitables en cualquier activismo, difíciles, confiesa. Pero también recuerda cómo hubo un tiempo en el que el 8M no aparecía en los periódicos ni era el evento multitudinario que es hoy. También se reafirma una vez más en un optimismo heredado de nuestro movimiento, que me sorprende a nivel personal no haber tenido más en cuenta y por ello me resulta inspirador.

Nos cuenta como consiguieron parar la Ley Gallardón algo que considera un triunfo feminista y me cuenta las movilizaciones que hicieron dos años despues contra la violencia machista. Pero también cuenta algo que comparto: “parecía que éramos imparables”, yo añado “ es que para mí niña en los 80, parecía que España e incluso el mundo iban hacia otro sitio, pero no vimos ni esperamos lo que está ocurriendo ahora, este futuro no parece el de aquel pasado.


Aguilar admite que ha habido una especie de “bofetada psicológica” en la decepción politica con el partido que muchas pensaron feminista. Y Gallego apunta que quizá en esa misma repercusión y ese exito feminista fue cuando se empezaron a apropiar del feminismo quienes ni siquiera tenían ninguna relación con él. Y desde ahí, partidos políticos nunca antes interesados en apoyar al feminismo hoy en día se dicen feministas.

Y concluimos que quienes dijeron que nos iban a apoyar nos han traicionado, y no sólo no nos han apoyado sino que han acabado yendo en contra y diciendose feministas.

Reconozco que aquí ya dejo de ser entrevistadora y paso a ser votante y llevada por ello me animo a preguntar la que para mí y me consta que para muchas otras una cuestión importante.

Les digo: “Habéis hablado de concordia y de acercar posturas y me pregunto, dado que en el pasado yo he discrepado contigo, Pilar, en cuestiones de maternidad,¿cabe también la maternidad en ese acercar posturas y en el feminismo?” Y aquí es dónde Pilar termina por conquistarme, al opinar muy parecido a lo que opino yo: “Luchamos por los derechos de las mujeres a no ser madres y también por los derechos de aquellas que lo son. Y hay un filo peligroso en el que ni se puede descuidar a las madres ni endiosar a la maternidad desde el feminismo, porque venimos precisamente de rechazar la maternidad como obligación” aquí yo tengo muchas apreciaciones que darían para un largo debate que me encantaría tener.

Gallego manifiesta casi ofendida ante mis comentarios que ella también es madre, mientras ambas apuntan que la gran mayoría de las feministas son madres, y que les parece tan importante luchar por las mujeres que deciden no serlo como las que lo son, Aguilar entonces me recuerda con preocupación que acaba de salir elegida como presidenta de la Unión Europea una antiabortista que es de Malta. “¡Un país en la UE donde te encarcelan hasta tres años por abortar!” -me dice con justificada indignación, “...es increíble que te encarcelen por abortar dentro de Europa”, a lo que yo contesto con la misma intensidad, que también se encarcela a mujeres que pierden a sus bebés espontáneamente y les cuento algunos ejemplos de misoginia en los paritorios, y explico que a mi no me parecen hechos separados, que la falta de autonomía para abortar es la misma que he visto en los paritorios para parir. Y que la misoginia en ambas situaciones es aberrante.


Pero aquí es donde se evidencia la coherencia claridad y contundencia que compartimos más allá de nuestras diferencias, cuando Pilar sentencia: “Las feministas, no tenemos por qué ser uniformes en todo, siempre y cuando entendamos las líneas básicas sobre las que se basa el feminismo”.

Esas líneas están muy claras para las tres y son las que nos han unido en esta nueva defensa que nunca imaginamos que tendríamos que llevar a cabo.

La de ser mujeres, y la de nuestro movimiento por nuestra libertad como sexo oprimido.

Nos despedimos como las mujeres ocupadas y con un claro quehacer que somos, con prisas y promesas de seguir en contacto.

Y yo me quedo con ganas y necesidad de escucharlas mucho más.

Me voy directa a su web y por primera vez en mi vida, a mis 47 años me hago militante de un partido politico, el suyo, el nuestro. Y

lo hago desde la distancia y ofreciendo lo que sea que pueda aportar, porque me han recordado que el feminismo es de nosotras, las mujeres feministas y yo soy una de ellas, y como dice Pilar Aguilar, las feministas siempre acabamos consiguiendo nuestros objetivos, antes o después, pero los conseguimos. Y como dice Juana Gallego y sin que eso sea en absoluto incompatible: “Este es el momento”.

Y yo concluyo: Es que no hay otra.







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  • Foto del escritorMara rO

Actualizado: 13 feb 2023



Hace ya tiempo que empecé a quitarme filtros que tenía enquistados en el cerebro, eran similares a la máquina de medir la visión en la óptica, pero estos filtraban el pensamiento, las opiniones, los deseos, la voluntad... y lo venían haciendo desde el minuto uno.

Como digo, desde que empecé a quitarme filtros, y he de decir que con especial rapidez hace casi seis años ante la inminente llegada de mi hija, descubrí que hay una cuestión común que rige todas las luchas a las que me enfrento por ser mujer pensante consciente y sin "filtros" y se me hace muy interesante, y es la incomodidad.


Me parece importante empezar por explicar lo que las feministas angloparlantes han definido como "manspreading" que es el hábito de un gran número de hombres de sentarse con las piernas excesivamente abiertas en los transportes públicos usurpando el espacio perteneciente, por civismo y respeto, y por derecho propio, a las personas colindantes, especialmente cuando las colindantes suelen ser mujeres que por convención social cierran las piernas y procuran ocupar poco espacio, y sí esto es así, lo hacemos inconscientemente, te invito a autoanalizarte en tu manera de ocupar el espacio público.

Las mujeres hemos aprendido a vivir incómodas, empezando por la ropa, siguiendo por el calzado, pasando por el pelo, siguiendo por el espacio público, ad infinitum...

Por lo general y esto me lo han corroborado comentarios en foros de internet y amigos, se argumenta o acepta socialmente que esta manera de ocupar el espacio es una necesidad física imperante que roza en el derecho humano por cuestiones de genitalia.

Aún a día de hoy no sé cuando, como y quién decidió que las que tienen vulvas prefieren arreplegarse y que es genético para las mujeres cruzar las piernas, algo bastante nefasto para la circulación sanguínea.


Hay un blog fantástico que en inglés se llama "Créeme no los tienes tan grandes" que recopila fotos de las posturas tan absurdas que algunos practican en los transportes públicos de todo el mundo.


Veo que este tema empieza a calar en la sociedad en general y es muy interesante observar las reacciones que desde el privilegio y la convicción del derecho a la comodidad a costa de la incomodidad ajena se emiten por doquier. También veo como se justifica con analogías tan absurdas y estereotípicas como que van a empezar a quejarse del perfume que llevan las mujeres.

La apertura de piernas de un hombre a costa del espacio público de una mujer es un gesto de poder, de refuerzo de una jerarquía social y un orden establecido, de prioridad de unos genitales sobre los otros, de perpetuación de un orden. De importancia de la presencia de un cuerpo a costa de la invisibilidad de otro. De sometimiento y doblegación. De una sexualidad que controla a otra. De una ocupación a todos los niveles de unos, frente a una asfixiante falta de espacio para otras.


El patriarcado es a las mujeres como colectivo lo que un marido violento a la mujer que abusa.


Pero volviendo al "manspreading" lo curioso de este gesto tan básico es que cuando se desafía como mujer abriendo las piernas cómodamente como vengo haciendo desde que me quité los filtros, las expresiones que recibo son de ultraje, sorpresa y molestia, conclusión, las que incomodamos somos nosotras. ¿Qué necesidad tienes tu de comodidad? Parecen decir sus caras.



La ecuación es muy simple y se repite una y otra vez en la opresión sobre las mujeres.


Te quito tus derechos impongo mi voluntad sobre la tuya, te robo la identidad, me invento quién eres y cómo debes sentirte, y si te rebelas, eres radical, agresiva, feminazi. El discurso de fondo es que es muy incomodo para todos que tu no aceptes tu incomodidad sin rechistar.


Qué te cuesta aceptar que se alquile tu útero, por qué no te apartas cuando vas por la calle, qué más te da que otras quieran ser un "florero humano", por qué tienes que reaccionar con ese baboso, no todo lo tienes que ver siempre por el lado feminista...Son las cosas que implícita o explícitamente se nos dice.


Esto lo veo incluso en las caras de los hombres que me quieren o me han querido, los progresistas, pacifistas, bien intencionados y cultos en los que confío y quienes sé que no sólo no me harían daño sino que sufrirían con mi dolor. Incluso ellos cuando me escuchan hablar de la defensa de mis derechos, en mi queja, que es como mi apertura de piernas simbólica para recuperar mi espacio, buscan argumentos que parecen decir que quizás es mi queja la que me incomoda, que quizá verlo todo desde la perspectiva de recuperar mis derechos es agotador...Y monotemático, que yo lo veo así porque soy "militante", "radical", "extrema"...No sé cómo ser sosegada cuando me roban mis derechos, parece ser que cuando nos están matando, violando, aterrorizando, cosificando, manipulando, etc...Deberíamos pedir de buenas formas que dejaran de hacerlo. Una vez más las iniciadoras del conflicto somos nosotras.

Si yo en el autobús me encogiera y aceptara sería todo tan fácil. Y es que claro para el privilegiado el problema no existe hasta que la oprimida lo nombra, y por tanto según el privilegiado ella es quien lo crea.


Y yo pienso, qué suerte debe ser poder ver la vida desde una perspectiva en la que lo más básico no te requiera esfuerzo, ya es tuyo. El sitio en el autobús, el paseo por la calle, la atención de los demás, el sueldo, el reconocimiento de tu esfuerzo, la comodidad de existir en tus propios términos... Supongo que eso debe ser una suerte porque entonces podrás dedicarte a todo aquello que desees.

Y he aquí una parte esencial del privilegio vs la opresión.

Las oprimidas tienen que dedicar una gran parte de su tiempo y de su vida a luchar por lo que a otros les viene dado. Una trágica forma más de controlarnos aún más allá. El sistema se asegura de que gran parte del tiempo, de la vida, se nos vaya en la lucha


El privilegio es aquello por lo que no tienes que preocuparte.


La incomodidad un entrenamiento para la sumisión.


Las mujeres estamos incomodas, nos aprieta el patriarcado y no nos lo vamos a poner ni con calzador.


(Publicado en facebook en 2016)

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