La frase normalmente dice “lo que no se nombra no existe” y a veces siento como demasiado coincidente la desaparición de las mujeres en según que comentarios o situaciones.
Y eso me ha pasado con el actor Telmo Irureta quien recogió el premio al actor revelación ayer en la noche de los Goya, y lamentó ser una aguafiestas, pero llámenme oprimida o feminista o vieja o bruja…necesito reclamar por la parte que me toca.
Empiezo por decir que cuando visito España aún me choca el paternalismo con el que veo que se trata a las personas con discapacidad, pero mi país siendo tan proclive a los contrastes extremos lo mismo llama a alguien “campeón” por ir en silla de ruedas que le coloca coche encima de la acera impidiendo su paso o si hace falta invade los espacios designados para personas con discapacidad.
Y es en este contexto social que voy a decir lo siguiente y es lo que mi me atañe en tanto que mujer y feminista. También en el contexto cultural de un país donde la prostitución genera 4.210 millones de euros al año e incluye a niñas.
La película por la que gana el Goya el señor Irureta y a cuyo personaje se refiere en su discurso, es una película en la que por la sinopsis un chico discapacitado entabla amistad con una chica a la que paga por manetener relaciones sexuales.
Ante la frase “Nosotros también existimos y también follamos” no puedo evitar pensar ¿por qué no habría de follar una persona con discapacidad faltaría más” .Pero considerar que eso es el reivindicar el derecho a la sexualidad es preocupante…El derecho a la sexualidad se refiere a poder disfrutar de ella libre de coacción, discriminación o violencia y aquí viene el elemento invisible de esta reivindicación vestida de progreso. Lo que esta película y por ende su actor al referirse a su personaje articulan es que su derecho a follar es en realidad el privilegio de follar, es decir el pagar a una mujer, es el violar pagando. Eso es explotación.
Nadie tiene derecho a follar entendiéndolo como “si quiero follar he de poder hacerlo” todos y todas tenemos derecho a una sexualidad sana y libre y ojalá todos y todas encontráramos con quien disfrutarla en igualdad de condiciones, no siempre ocurre ni muchísimo menos, pero aquí lo que se invisibiliza es que la sexualidad libre y sana de las mujeres prostituidas no importa, es más se debe sacrificar para que otros puedan follar y una vez más en estos retorcidos tiempos que vivimos, nosotras somos unas desalmadas por reclamar nuestros derechos o nuestros sentimientos.
Parece mentira que ya andemos por el siglo XXI porque seguimos pisoteando a las mismas de siempre, eso sí aquí cada vez hay mas derechos a reivindicar a costa de que desaparezcan los nuestros.
Revisen un poco lo que aplauden y lo que consumen, cualquier día se darán cuenta de que por mucho que les pongan Pretty Woman a las tres de la tarde y les digan que es una comedia romántica no deja de ser un relato de poder, violación y explotación que sufren niñas y mujeres de todo el mundo para que todOs puedan follar.
Pero más claro y mejor que yo lo ha expresado ya la filosofa feminista Ana Pollán